La Integración Sensorial en niños con Autismo en Neurocrecer
La integración sensorial es una metodología terapéutica fundamental en el tratamiento de niños con autismo, diseñada para ayudarles a procesar y organizar las sensaciones recibidas del entorno.
En Neurocrecer analizamos la forma en la que el cerebro de cada niño interpreta la información que proviene de los diversos sentidos como el tacto, la vista, el oído, el gusto, el olfato, así como el sentido del equilibrio y de la posición corporal y en cómo esta interpretación influye en la conducta y el bienestar de los niños.
Para los niños con autismo, los desafíos para interpretar correctamente estas señales sensoriales pueden ser especialmente significativos, afectando su capacidad para interactuar con su entorno de manera efectiva.
La importancia de la integración sensorial en nuestro enfoque para los niños con autismo es notable, dado que ellos a menudo responden de manera desproporcionada o inadecuada a los estímulos sensoriales. Pueden reaccionar demasiado intensamente a luces brillantes, ruidos fuertes, texturas específicas o incluso a ciertos movimientos, lo cual puede generar estrés en los niños. Aquí es donde entra en juego la integración sensorial: una intervención terapéutica destinada a equilibrar y armonizar estas respuestas.
Realizamos sesiones individuales y actividades grupales empleando una variedad de técnicas y herramientas, como columpios, pelotas terapéuticas y tejidos sensoriales, para ofrecer experiencias controladas que ayudan al cerebro a adaptar su procesamiento sensorial de manera más eficaz.
Estas intervenciones no solo favorecen la regulación de las respuestas sensoriales, sino que también promueven habilidades motoras finas y gruesas, la comunicación y la socialización, aspectos cruciales en el desarrollo integral de los niños con autismo.
Estimulamos todos los sentidos
La metodología de integración sensorial en Neurocrecer Kids dirige esfuerzos específicos para estimular todos los sentidos: táctil, visual, auditivo, gustativo y olfativo. Esta estrategia resulta esencial para niños con autismo, quienes a menudo enfrentan retos en la recepción y procesamiento de estímulos sensoriales.
El Sentido Táctil
El sentido táctil es estimulado a través de diversas texturas. Los terapeutas pueden emplear materiales como arena, arcilla, y diferentes telas para que los niños experimenten y distingan diversas sensaciones táctiles. Estas actividades ayudan a mejorar la tolerancia y respuesta a diferentes texturas, fundamentales en muchas actividades diarias.
El Sentido Visual
Para el sentido visual, se utilizan juegos de luces y colores. Herramientas como lámparas de lava, espectros de colores y pictogramas ayudan a los niños a mejorar su concentración visual y coordinación ojo-mano. Este enfoque no solo capta su atención, sino que también potencia habilidades de seguimiento visual y procesamiento de información visual.
El Sentido Auditivo
La estimulación auditiva se logra a través de sonidos y melodías. Se utilizan instrumentos musicales, audios de la naturaleza y tecnología de sonido adaptativa para trabajar la discriminación auditiva y la tranquilidad. Sonidos rítmicos y controlados ayudan a los niños a concentrarse y a modular su respuesta emocional hacia diferentes estímulos sonoros.
El Sentido Gustativo
El sentido gustativo se trabaja introduciendo una variada gama de sabores. Se utilizan alimentos de diferentes texturas y sabores para estimular el reconocimiento gustativo y aceptación de nuevas comestibles. Probar diferentes comidas en un ambiente controlado mitiga las aversiones alimentarias comunes en niños con autismo.
El Sentido Olfativo
Finalmente, el sentido olfativo se estimula a través de la exposición a diferentes olores. Aromas suaves como la lavanda, el eucalipto o el limón se utilizan para enseñar a los niños a identificar y regular sus respuestas ante diferentes olores. Esta técnica es particularmente útil para el desarrollo de la calma y la relajación.
El Sistema Propioceptivo y el Sistema Vestibular en la Integración Sensorial
Además de los cinco sentidos tradicionales, la integración sensorial comprende el trabajo con el sistema propioceptivo y el sistema vestibular. Ambos juegan un papel vital en el equilibrio y la coordinación, aspectos clave para el desarrollo motor y la estabilidad física.
El Sistema Propioceptivo
El sistema propioceptivo proporciona información sobre la posición de nuestro cuerpo en el espacio, ayudando a regular el tono muscular y coordinar movimientos.
El Sistema Vestibular
El sistema vestibular se ubica en el oído interno y es esencial para mantener el equilibrio, el control de la postura y la orientación espacial.
¿Cómo implementamos la Integración Sensorial en Neurocrecer?
En los niños con autismo, a menudo se observan disfunciones en estos sistemas, lo que puede resultar en dificultades para procesar información sensorial de manera eficiente. Cuando hay un mal funcionamiento propioceptivo, los niños pueden presentar problemas con la precisión de los movimientos, la fuerza muscular y la coordinación. Asimismo, una disfunción del sistema vestibular puede ocasionar problemas de equilibrio, mareos y desorientación espacial.
Para abordar estas dificultades, la terapia de integración sensorial implementa diversas técnicas y actividades diseñadas para estimular y mejorar la propiocepción y el sistema vestibular. Entre estas técnicas se encuentran actividades de movimiento como saltar en trampolines, ejercicios de equilibrio utilizando balancines o pelotas terapéuticas, y técnicas de presión profunda con el uso de pesas y prendas compresivas. Estas intervenciones ayudan a regular el input sensorial y a mejorar la respuesta del sistema nervioso central.
El enfoque terapéutico se personaliza para cada niño y se ajusta según sus necesidades específicas y su progreso. Así, la integración sensorial no solo mejora las habilidades motoras, sino que también puede tener un impacto positivo en otros aspectos del comportamiento y el aprendizaje. Las mejoras en propiocepción y equilibrio vestibular contribuyen significativamente a la calidad de vida de los niños con autismo, facilitando su adaptación a diferentes entornos y actividades diarias.
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